El coordinador antiterrorista de la UE: "Lo de Barcelona volverá a pasar, hay 50.000 radicales en Europa" PABLO R. SUANZES Corresponsal Bruselas 31 ago. 2017 07:33
Tras los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, la Unión Europea abrió los ojos y creó el puesto de coordinador europeo de la lucha contra el terrorismo. En 2007, Javier Solana nombró al belga Gilles de Kerchove
(Bruselas, 1956), que cumple en unas semanas una década en el cargo. En
contacto permanente con gobiernos, servicios de seguridad y expertos de
todo el continente, De Kerchove es realista. Entiende que atentados como los de Barcelona y Cambrils
son una cuestión generacional y que nos acompañarán durante décadas.
Que no se pueden evitar todas las matanzas. Y que el ciberterrorismo
será un problema serio y frecuente en pocos años. Pero también está
convencido de que las democracias son sólidas y los asesinos no lograrán
destruir la convivencia.
Desde 2004 España ha sido el ejemplo de cómo combatir el yijadismo. ¿Qué lecciones saca del 17-A?
Es
pronto para extraer conclusiones definitivas, pero sabemos que
necesitamos mucho más esfuerzo en prevención. ¿Por qué 12 jovencísimos
chavales, con nacionalidad española o viviendo allí toda la vida,
causaron la masacre sin ningún signo claro de radicalismo que fuera
detectado por los servicios de inteligencia? Tenemos que ver qué podemos
hacer en internet y contra la radicalización en las cárceles. Cómo
detectar las primeras señales por débiles que sean.
Un fanático con un ordenador y un cuchillo no es lo mismo que una célula con líder y planes con explosivos.
Lograron preparar los ataques bajo el radar. Los yihadistas cada vez más usan la taqiyya,
el disimulo para pasar desapercibidos. Hay que mejorar en la parte
humana y también la digital. Los servicios europeos cada vez usan más
análisis de big data, software para prevenir cambios de comportamiento, pero no basta.
Los patrones han cambiado desde Charlie Hebdo.
Segunda
lección: vamos a sufrir más ataques. La mayoría, salvo Bruselas y
París, no fueron dirigidos desde Raqqa, sino inspirados, por decirlo
así. Y después el Estado Islámico reclama la autoría. La propaganda de
la organización ya no pide tanto a la gente que vaya al Califato sino
que ataque en sus lugares de origen o de residencia, incluso a pequeña
escala con armas caseras.
¿Eso es una pequeña victoria?
Sí,
es una buena noticia en una historia triste. El hecho de que no fueran
capaces de hacer explosivos ni de conseguir armas automáticas nos dice
que quizás, y sólo quizás con un gran interrogante, las medidas que
hemos adoptado en los últimos años han tenido impacto.
Bélgica detectó algo raro y avisó de que el imam parecía sospechoso.
La
cuarta lección que debemos extraer es que más allá de la recopilación
de datos, más allá de compartirlos, la clave es el análisis. Los
servicios secretos están compartiendo más, no es que los españoles no
tuvieran ninguna información, o los belgas o franceses, pero a veces no
fueron interpretados apropiadamente.
¿Se podría tener una lista europea clara de sospechosos como el imam Es Satty?
Determinar
el punto de no retorno, cuando alguien radical pasa a ser terrorista,
cae en una zona gris. Ser radical no es un delito. Ser ortodoxo,
agresivo hacia Occidente en tu retórica no es un crimen. Cuando los
servicios secretos identifican a un radical deben decidir qué hacer. Hay
que seleccionar quiénes son realmente preocupantes y los más peligrosos
deben o deberían ser monitorizados 24 horas al día siete días por
semana.
Pero no puedes seguirlos siempre a todos.
Es
imposible y no sería útil. Reino Unido tiene identificados de 20.000 a
35.000 radicales. De esos, 3.000 son preocupantes para el MI5, y de
ellos 500 están bajo atención especial y constante. Cuando los franceses
hacen su lista de 17.000 radicales usan sus propios criterios y
estándares. En el Sistema de Información de Schengen hay una especie de
alerta para quienes no son criminales, sino peligrosos. Y me temo que no
todos los países usan el mismo sistema para catalogar. La respuesta a
lo ocurrido en Barcelona debería ser poder alinear los criterios cuando
sea posible.
¿Hizo España un buen trabajo contra el terrorismo?
En
lo que respecta a ETA es más que obvio, nadie puede discutirlo. España
ha tenido un comportamiento impresionante. La sociedad española ha
mostrado una resistencia asombrosa. Sin compromisos, manteniendo sus
valores, destacando la importancia de las víctimas. Mejorando la forma
en la que la Policía, la Guardia Civil y los servicios secretos trabajan
conjuntamente. En el terrorismo yihadista, lo mismo. Si contra ETA se
establecieron lazos fuertes con Francia, contra el yihadismo la
cooperación con los marroquíes es crítica. Sí, sin duda, la Policía
española es un ejemplo impresionante. En términos de resistencia, me
impresionó la reacción de la gente en Barcelona. Resistiendo lo que el
terrorismo busca, que es dividir comunidades y provocar relaciones
antagónicas. El abrazo [en español en su respuesta] del padre
del niño asesinado y el imam es mil veces más fuerte que cualquier
programa contra el extremismo violento que podamos concebir en Bruselas.
Por desgracia ha habido acusaciones mutuas sobre el acceso a datos entre diferentes cuerpos de Policía.
Vengo
de un país que ha intentado transformarse en un Estado federal y soy el
primero en entender cuán sensible es este tema, pero como quiero
conservar mi trabajo mejor no debería entrar. Lo primero porque no sé
qué ocurrió exactamente.
En el resto del continente ese tipo de
información sobre radicales o yihadistas, ¿se mantiene a nivel
nacional, se comparte a nivel regional?
La mejor herramienta que
tenemos, además de Europol, es el Sistema de Información de Schengen, y
está muy descentralizada. Los policías que patrullan por la calle
pueden acceder desde los terminales de su coche. La tecnología nos
permite minimizar las especificidades de la estructura de un estado.
Nunca había visto en Europa dudas sobre esto. Los Estados miembros son
responsables de su organización interna y nunca he tenido que mirar esos
datos.
¿Los bolardos o el despliegue de soldados los ve como una concesión o como adaptación a las nuevas amenazas?
Hay
que trabajar más la protección de los llamados blancos fáciles. Yo no
soy nadie para dar consejos a la alcaldesa de Barcelona sobre cómo
proteger sus calles. Pero recientemente ha habido varios encuentros de
expertos y sus conclusiones son que los dispositivos de detención, como
los bolardos, el rediseño de las calles peatonales, son necesarios.
Porque hay un efecto claro de imitación en el terrorismo y parece claro
que volverá a pasar algo como lo de Barcelona. Nunca vas a poder parar a
un solitario que se ha radicalizado él solo en internet y sale a la
calle con un cuchillo pero se pueden intentar evitar atropellos masivos.
¿Tiene cifras europeas de cuántos radicales y yijadistas están identificados en Europa?
No,
no las tenemos. Esperamos conseguirlas. Hace tres lustros era sencillo
identificar a alguien radicalizado. Ahora, los más fanáticos disimulan
sus convicciones. No tenemos cifras exactas, pero no es difícil hacer
cálculos aproximados. Reino Unido tiene 25.000. Francia, 17.000. España
muchos menos, pero más de 5.000, supongo. En Bélgica casi 500 se han ido
a Siria y hay unos 2.000 radicales o más. No me aventuraría a una cifra
concreta, pero decenas de miles, más de 50.000.
Pero sí hay datos de los europeos que se han ido a Siria o Irak y los que han regresado.
Hay cierto consenso en que la cifra de foreign fighters, los que se fueron, está en torno a 5.000. De ellos, un tercio ha regresado y algo menos de un tercio han muerto.
Hace dos años la principal amenaza eran ellos. Ahora, los terroristas caseros.
Sí,
es verdad. Dicho eso, que no hayamos visto retornos masivos no excluye
que los más peligrosos puedan ser los que sí han vuelto y están en
prisión. Fanáticos entrenados allí y que acabarán siendo liberados. Si
las pruebas contra ellos no son muy sólidas están teniendo condenas de
tres o cuatro años. En prisión, que refuerzan sus creencias y salen aún
más furiosos con Occidente.
¿Estamos ante la israelización de Europa en lo que a convivir con atentados se refiere?
No lo sé. In tempore non suspecto
dije que íbamos a tener una ola de ataques o al menos de intentos, por
la desintegración del Califato. España ha arrestado 51 yihadistas en lo
que va de año. En 2016, 69. Y en 2015, 75. No estamos siendo pasivos ni
mucho menos. Estamos constantemente desintegrando células, destrozando
planes, arrestando gente. Jonathan Evans, ex jefe del MI5 dijo
recientemente que llevamos dos décadas con esto y su predicción es que
quedan otras tantas.
¿Comparte la visión?
Sí, creo que es un problema generacional. Llevará tiempo, décadas, no va a resolverse en meses.
En
los 70 y 80 había muchos más ataques terroristas y más mortíferos. Pero
ahora el impacto y la difusión son diferentes. Europa resistió
entonces. ¿Le preocupa que ahora pueda no hacerlo?
No, en
absoluto. Cuando se ve cómo se ha reaccionado. Cuando vemos cómo España
ha resistido y Daesh no ha logrado antagonizar las diferentes
comunidades. Cómo en Francia la extrema derecha no ganó las
presidenciales aprovechando ciertos argumentos. O cómo en Alemania
Merkel parece que será reelegida a pesar de la campaña que se organizó
con los refugiados, se ve. La gente entiende que detrás de los ataques
hay una agenda para dividir la sociedad. Es buena noticia que no lo
hayan logrado, que las democracias hayan sido lo suficientemente
fuertes, pero hay que permanecer alerta, hemos de mantener nuestros
valores e invertir en una agenda positiva: trabajo, educación, cultura,
deportes.
Pero recuerde lo que pasó en Bruselas tras los ataques
de París. Cerraron universidades, colegios, transporte público,
oficinas. En España, con cientos de muertos de ETA o Al Qaeda, nunca
pasó algo así. Hay una fuerte presión sobre los Gobiernos para que hagan
"cosas"...
Eso fue un caso muy especial, el de esa semana en
Bélgica. El Gobierno tenía información muy preocupante y no tuvo
alternativa. No creo que vaya a ser un patrón para el futuro.
Internet. ¿Aliado o enemigo contra el yihadismo?
Sobre
el papel de internet hay varios aspectos en la mesa. Primero, cómo
eliminar lo más rápido posible el material que es ilegal. Segundo, cómo
usarlo nosotros para promover un mensaje positivo y una narrativa contra
el radicalismo. Tercero, cómo mejorar el acceso a pruebas digitales, a
menudo almacenadas en nubes en EEUU. Queremos un acceso rápido y fácil a
esos datos almacenados. El cuarto aspecto es la encriptación. El Estado
Islámico por ejemplo lo usa para comunicarse en las redes, y hay que
ver qué se hace. El quinto lugar, los datos de las operadoras. La corte
de Justicia ha parado directivas que se aprobaron tras los atentados de
Londres en 2005 sobre cómo se puede forzar a las compañías a mantener
registros de ciertas cosas. Vamos en la buena dirección, pero queda
mucho por hacer.
Si las medidas han hecho más difícil el uso de explosivos o la compra de armas, ¿los acuchillamientos son el último recurso?
Diría
que no. Hasta ahora no hay casos ciberterrorismo, en el sentido de
penetrar o intentarlo en los sistemas de centrales nucleares, presas,
plantas eléctricas o espacio aéreo. Pero no me sorprendería que en los
próximos cinco años pasara. No que funcione pero sí que se intente. No
hay que subestimar el potencial del Estado Islámico. No tienen ahora el
conocimiento para eso, por mucho que tengan a frikis que hagan buenos vídeos. Pero en la dark net
puedes encontrar vulnerabilidades de sistemas en venta, como la que se
supone que usaba la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas
en inglés) para Windows XP y que acabó siendo el virus WannaCry. O
pueden comprar los servicios de hackers rusos, porque tienen dinero.
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