lunes, 4 de septiembre de 2017

La última gira del bombero torero y sus acondroplásicos toreros Fue uno de los espectáculos cómicos más populares durante el franquismo. Se despide tras quedarse sin huecos donde actuar en una sociedad cada vez más sensibilizada





Foto: Rafael Celis, el bombero torero, posa con su cuadrilla antes de la actuación en Almazán, Soria. (Ernesto Torrico) 
Rafael Celis, el bombero torero, posa con su cuadrilla antes de la actuación en Almazán, Soria. (Ernesto Torrico)


El bombero torero desaparece este otoño después de 89 años de vida y de una larga y penosa agonía. Rafael Celis, el último de la dinastía, se ve mayor para seguir agitando la batuta y dando pases renqueantes a vaquillas. Tiene 55 años, no encuentra relevo generacional y tampoco le ve demasiado sentido a buscarlo: el oficio familiar se ha convertido, reconoce, en un anacronismo que solo funciona ya como viaje al pasado. Atrae mayormente a padres y abuelos deseosos de revisitar escenas de la infancia con los nietos.
Es verdad que el espectáculo que aprendió de niño no tiene hueco en la España contemporánea. Resulta incómodo el propio nombre, que desde 1953 se anuncia igual en los carteles (“El bombero torero y sus enanitos toreros”).
Cartel de un espectáculo en Cádiz de 1959.
Cartel de un espectáculo en Cádiz de 1959.
Las organizaciones que, como la Fundación Alpe, trabajan por los derechos de las “personas de talla baja” consideran que la propia palabra (“enanitos”) perpetúa el estigma. El enanismo, recuerdan, está provocado por un transtorno genético, la acondroplasia. Y quienes lo sufren son, en consecuencia, “personas con acondroplasia”
La de Almazán (Soria, 5.000 habitantes) es una de los tres ruedos que acogen la gira de despedida. En el contexto agónico del bombero torero se trata de una plaza importante, como también lo es la de Almodóvar del Campo (Ciudad Real, 6.000 habitantes), donde acabará todo el 15 de septiembre.
Hace tiempo que en las capitales de provincia y los pueblos más grandes ningún concejal de festejos quiere meter un espectáculo cómico de “personas con acondroplasia” en las fiestas o el cartel taurino. En varios ayuntamientos, como el de Zaragoza, está directamente vetado. La propia Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), aseguran en Alpe, se muestra abiertamente partidaria a su desaparición.

Almazán, seis de la tarde

En las gradas de Almazán se juntan algunas familias con niños y un puñado de peñistas, cubata en mano. Los cómicos esperan, descansan y se cambian en una sombra bajo las gradas, a pocos metros del ruedo. “Los toreros vienen ya cambiados del hotel y por eso no hay vestuarios, pero como estos vienen y se van en el día…”, justifican los organizadores.
Un payaso anuncia el inicio del espectáculo y le cuesta un rato silenciar a la charanga. Da paso a los protagonistas, ya disfrazados, y durante dos horas se suceden gags que el público infantil no siempre entiende, bromas mal envejecidas sobre gente que tropieza, una vaca a la que le huele el culo mal y le ponen polvos de talco, un Madrid-Barcelona plagado de trampas con un árbitro travesti que intenta darle besos a los chicos... Un niño grita una y otra vez lo mismo (“¡Mátalo! ¡Arráncale la cabeza!”), sin que se termine de entender a quien le desea tal suerte.
José Antonio, concentrado antes de salir al ruedo. (Ernesto Torrico)
José Antonio, concentrado antes de salir al ruedo. (Ernesto Torrico)
Desde la barrera se percibe que los actores disfrutan más las escenas de toreo que las secuencias puramente cómicas. Algunos de ellos, como los hermanos Anderson y Robert Manzanares (“taurinos de cuna”) son auténticos acróbatas que recortan y saltan alrededor de un animal que supera en varios centímetros su estatura. Anderson remata su actuación circulando con una moto de juguete “comprada en los chinos”. Al final, el animal deja de embestir por agotamiento y es reconducido a los toriles. “Aquí no se le hace daño a nadie y hace décadas que se abandonaron las banderillas”.
Los hermanos Manzanares son los más aplaudidos. Hijos de un artista venezolano, llegaron a España hace años con otro espectáculo parecido (Popeye Torero). Es frecuente, explican, que los protagonistas de los “shows con gente pequeña”, taurinos o no, provengan del extranjero. Hay también bastantes trabajando como boys, haciendo streptease o sketches humorísticos en despedidas de soltero. O para empresas como esta que ofrecen cosas como “poner un enano en tu boda” o "alquilar un enano". “Hay mayoría de extranjeros porque los pequeños españoles, afortunadamente, encuentran una manera de ganarse la vida sin tener que recurrir a esto”, explican desde Alpe.

Cuando llenaban la Monumental

No siempre transitó por la marginalidad y la decadencia. Durante décadas, el bombero torero se mantuvo como el más famoso de los espectáculos cómico-taurinos. El personaje nació en 1928, inspirado en “un bombero borrachín con un bigote muy gordo, un señor muy gracioso” al que el fundador, Pablo Celis, conoció cuando trabajaba como tramoyista en un teatro. Su show solo empezó a destacar sobre los competidores en 1953, cuando se les ocurrió meter a “enanitos del circo” -como el famoso Eduardini- en una plaza de toros. Hubo grandes complicaciones. “Las vaquillas son más altas que los enanitos y a los primeros que lo hacían les daba mucho miedo. Algunos se negaron a seguir y tardaron mucho en que funcionase”.
“Se viajaba por toda España y medio mundo. Había funciones en los países taurinos y en otros que no lo son, como Líbano. Llenábamos en México"
El éxito resultó arrollador. El último de la saga familiar, Rafael Celis, recuerda que durante décadas -primero bajo dirección de su abuelo y luego de sus tíos- hicieron más de cien espectáculos al año. “Se viajaba por toda España y medio mundo. Había funciones en todos los países taurinos y en otros que no lo son, como Líbano. Llenábamos la plaza de toros de México, que es la más grande del mundo. Y en la de Barcelona nos aplaudían a rabiar”.
Hace 60 años no había muchas pegas que ponerle al show. Eran tiempos en los que las mujeres daban masajes en los pies a sus maridos en los anuncios de coñac y los vendedores de relojes prometían máquinas “casi tan complicadas como una mujer, pero puntuales”. Rosa Parks aún estaba pensando si sentarse o no en el autobús y la homosexualidad estaba incluida en la Ley de Vagos y Maleantes.
Antiguo recorte de prensa de un espectáculo taurino con enfermos de acondroplasia.
Antiguo recorte de prensa de un espectáculo taurino con enfermos de acondroplasia.
Existen argumentos a favor y en contra de los espectáculos cómicos taurinos con enfermos de acondroplasia. Pero empiezan a deslizarse hacia el campo de la arqueología o la antropología cultural de las tribus del Amazonas, en el sentido de que son las últimas expresiones de una tradición que agoniza. Retirado el bombero torero, solo quedan dos pequeñas compañías que los organizan, cada vez con menos público (una de ellas, “Diversiones en el ruedo y sus enanitos toreros”, hizo posible la despedida del propio Rafael Celis).
Los veteranos defienden el legado y la importancia que tuvieron en el mundo del toreo. José Antonio Zarzuela recuerda que conoció al bombero torero en el año 90, en Jerez de la Frontera. “Me lo presentó una amiga y me llamó la atención. Al principio me daba mucho miedo el toro, pero hice las pruebas y se me dio bien. Estuve diez años con ellos hasta que me llegó una oferta de trabajo por el INEM para vender cupones con la ONCE. Era un trabajo mejor, así que dejé el espectáculo. Pero la época dorada fue apasionante. Viajé mucho, me lo pasé muy bien. Nadie lo hace obligado, es un trabajo muy bonito y a muchos nos gusta. A las organizaciones que se quejan les diría que lo que van a conseguir es dejar a gente sin trabajo”, dice.
"En Almodóvar del Campo estamos orgullosos de poder despedir al bombero torero", dice Roberto García Minguillán, crítico taurino de la televisión provincial y miembro de la sociedad taurina del pueblo. "Este es un pueblo muy taurin y tenemos hasta un museo. Aquí han venido siempre y les tenemos mucho cariño. Ahora casi nadie los contrata y es una pena. Hace años el bombero torero te aseguraba el éxito de una feria, arreglaban las peores recaudaciones. Y muchos grandes toreros empezaron con ellos o se formaron con ellos, pudieron crecer a su sombra. Eran una fuente de inspiración y el mundo del toro tiene una deuda con ellos", dice.
Uno de los toreros espera a la vaquilla capote en mano. (Ernesto Torrico)
Uno de los toreros espera a la vaquilla capote en mano. (Ernesto Torrico)
Saulo Fernández, profesor de psicología social de la UNED, resumen la opinión de quienes se oponen a este tipo de espectáculos al considerar que refuerzan el estigma del enanismo. “La conclusión fundamental de los estudios que hemos realizado es que las consecuencias psicológicas de las personas que sufren (este estigma) son muy graves. Este colectivo tiene la mala suerte de que desde hace siglos se ha utilizado su imagen para provocar risa. Es la única discapacidad física de la que todavía nos permitimos reirnos sin ningún tipo de reparo. Esto lo hace muy peligroso”.
Según Fernández, “no se debe enfocar el debate cargando las tintas sobre las personas que se dedican a esto. Muchas lo hacen porque es la única opción que les queda en una vida llena de pequeñas y grandes injusticias”. La responsabilidad, incide, “la tienen las instituciones, los empresarios y los medios de comunicación que lo defienden. De la misma manera que no sería admisible que un ayuntamiento contratase espectáculos sexistas o racistas, no lo es que se pague con dinero público espectáculos como el del bombero torero”. Aunque queda mucho por hacer, añade, en España ha mejorado mucho la mentalidad al respecto en los últimos años y el colectivo ha empezado a “fortalecer su identidad” como han hecho antes otros grupos tradicionalmente discriminados, como los negros en EEUU o los homosexuales.
Estefanía González, secretaria de Alpe, subraya que la mayoría de los enfermos de acondroplasia se sienten “sumamente humillados” cuando ven el espectáculo. “Los rasgos físicos del enanismo son tan claros y llamativos que la persona queda oculta bajo ellos. La gente sólo ve al "enano" como una etiqueta. Así, lo que uno hace se aplica a todos. Involuntariamente, si uno decide humillarse, está humillando a todos, promoviendo la pervivencia del estereotipo dañino”.

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