miércoles, 30 de agosto de 2017

Cómo se convirtió la Ouija en un juego para niños de 8 años Es un juguete de la empresa estadounidense Hasbro. Antes se usaba más para ligar que para hablar con antepasados





  • Un tablero rosa, a la venta en Etsy
    Un tablero rosa, a la venta en Etsy
    La Ouija es un juego fabricado por la empresa Hasbro, también propietaria de marcas como Transformers y Nerf. Lo recordaba en Twitter el guionista de cómics @DNMRules, que compartía una imagen de una edición en rosa de la tabla, ya descatalogada, en un mensaje que da inicio a un hilo sobre el juego y que se ha compartido más de 2.000 veces desde el lunes.
    Esta Ouija rosa fue polémica en 2010 por sexista y también por peligrosa. Pero lo cierto es que se vende como juguete para los más pequeños desde hace al menos 50 años.
    Aunque en España no se comercializa, según nos confirma la empresa, sí podemos encontrar la tabla en la web estadounidense de Hasbro, aunque en sus colores habituales. Cuesta 19,99 dólares (unos 17 euros), poca cosa si pensamos que nos sirve para comunicarnos con nuestros antepasados. El texto de presentación no deja lugar a dudas: se recomienda a niños de “al menos 8 años”:
    ¡Entra el mundo de lo misterioso y lo incomprensible con la tabla de Ouija! Tienes preguntas y el mundo de los espíritus tiene respuestas… ¡Y la extraña tabla de Ouija es tu forma de conseguirlas! ¿Qué quieres saber? Haz tu pregunta con un amigo y usa la tabla, pero sé paciente y concéntrate porque no se puede meter prisa a los espíritus. ¡Trata la tabla de Ouija con respeto y no te decepcionará.
    Entre las opiniones de Amazon, encontramos críticas como: “Mis hijos han jugado con sus amigos y han disfrutado el regalo”, “los niños se divierten con ella” y “la compré para mi hija de 10 años (...). Dice que la han visitado Michael Jackson y Gandhi”. Hay un comentario que advierte de que la Ouija no es un juego, pero la historia más terrorífica es la de quienes se lamentan porque el tablero solo es de cartón y no de madera.
    También hay anuncios de televisión. Como este de 1991, en el que los niños preguntan si harán un mate o si sus padres les dejarán ir a un concierto. Al final se dice: "Es un juego. ¿O no lo es?".
    El origen de este pasatiempo
    El psicólogo Richard Wiseman explica la historia de la Ouija en su libro Paranormality. A mediados del siglo XIX, los asistentes a sesiones espiritistas comenzaron a hacer preguntas a los muertos, que contestaban con un golpe para decir sí y dos para decir no. Los participantes pasaron poco después a recitar el alfabeto en voz alta, para que el muerto pudiera ir indicando a golpes las letras de sus mensajes.
    Pero, claro, solo los espíritus tienen toda la eternidad por delante para ir desvelando misterios familiares, así que los participantes en estas sesiones comenzaron a escribir las letras en papel. El espíritu, con ayuda de dedos ajenos, podía entonces mover un vaso para confesar dónde escondió todo su oro antes de morir.
    El sistema tuvo tanto éxito que en 1891 una empresa estadounidense comenzó a producir “versiones comerciales del sistema, llamadas tablas de Ouija". El nombre, según Wiseman, procede de las palabras francesa y alemana para "sí’", aunque otras versiones apuntan a que la palabra fue, de hecho, el resultado de preguntarle a una tabla de Ouija: la médium aseguró que ese término significaba "mala suerte".
    Para la década de los años 20, añade el psicólogo, estas sesiones habían pasado de moda, probablemente tras la aparición de otra forma de entretenimiento que también permitía oír voces lejanas: la radio.
    ¿Y cómo se convirtió en juguete?
    En parte, siempre fue un juguete. Tal y como explica Smithsonian Magazine, la primera patente registró la tabla en la categoría de “juguete o juego”. Eso sí, el responsable de la oficina exigió una prueba de que funcionaba antes de aceptar el trámite: en una sesión improvisada, la tabla deletreó su nombre.
    Esta Ouija fabricada por la Kennard Novelty Company fue un éxito de ventas, hasta el punto de que, como recuerdan tanto la misma publicación como el hilo de @DNMRules, los médiums expresaron su oposición hacia un invento que consideraban peligroso. Por supuesto, era sobre todo peligroso para sus ingresos, ya que hacía innecesaria su presencia: cualquiera podía comprarse una tabla y comunicarse (en teoría) con el más allá.
    Se hizo tan común que incluso aparece en una obra de 1919 de Norman Rockwell, el pintor que retrató la vida cotidiana en Estados Unidos. La obra retrata a una pareja estableciendo contacto con el más allá. @DNMRules apunta que la tabla se usaba para ligar, cosa que confirman las instrucciones del juego que se pueden encontrar en la web de Hasbro. Estas instrucciones aconsejaban colocar el tablero en el regazo de dos personas, “preferiblemente dama y caballero”. Como explica The Atlantic, la Ouija era "una excusa para la proximidad física" que permitía mantener el decoro. Por aquel entonces el juego se consideraba "una diversión buena, limpia y familiar".
    'La tabla de Ouija', de Norman Rockwell
    En 1967, la juguetera Parker Brothers compró los derechos a la Fuld Company, propietaria desde 1919. Parker Brothers, fundada en 1883, era conocida por juegos como Monopoly (1935), Cluedo (1948), Risk (1958) y Trivial Pursuit (1981).
    El hilo también menciona las películas sobre la Ouja de 2014 y 2016, producidas tras un acuerdo entre Hasbro y Universal. No es la única película basada en juegos y juguetes propiedad de Hasbro: está Battleship, inspirada en Hundir la flota, Cluedo, G. I. Joe y, por supuesto, la saga de Transformers.
    Tablero actual de la Ouija de Hasbro
    Cómo funciona este juego
    Para que el puntero se mueva no es necesario invocar a María Antonieta o a John Lennon. Tal y como relata Wiseman, en la década de 1890 el psicólogo estadounidense Joseph Jastrow llevó a cabo una serie de experimentos usando un aparato llamado automatógrafo que explican por qué la Ouija deletrea palabras y frases.
    Los participantes tenían que colocar la mano sobre una placa de modo que cualquier mínimo movimiento provocaba que a su vez se movieran unas bolitas de bronce. Aunque no se daban cuenta, cuando se les pedía que pensaran en una dirección, la máquina registraba un movimiento en ese sentido. Por supuesto, estas personas aseguraban que su mano permanecía completamente inmóvil.
    Los movimientos, “llamados acciones ideomotoras”, explican que se mueva el puntero a través de la tabla de Ouija: “La gente que usaba esas tablas no estaba hablando con los muertos y en comunión con el Diablo. Hablaban con ellos mismos”. Ni siquiera hace falta un engaño consciente por parte del más gracioso del grupo. Que eso también puede pasar, claro.
    De hecho, como sugiere Wiseman, la forma más sencilla de demostrar que la Ouija no revela nada es escribir las letras en trozos de papel y ponerlos bocabajo, pero desordenados. El vaso se acercará a estos papeles, pero el mensaje desvelado no tendrá ningún sentido. Esperemos.

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