Existe
 un mal que irrumpe en la vida de miles de personas, este mal carcome la
 voluntad de las personas llevándolas a la frustración, a sentimientos 
de inferioridad, al fracaso. Este mal se llama “impotencia”.
En el diccionario la “impotencia” es descrita como la “falta de fuerza para hacer algo”… desde el punto de vista sexual es representado como la “incapacidad de realizar el coito por parte del hombre”.
La impotencia
 entonces es un sentimiento que va ligado de alguna manera a la 
frustración; algunos ejemplos de sentimientos de impotencia pueden ser:
“me siento impotente”  “cada vez que lo intento algo sale mal”  “no puedo hacerlo”
¿En qué momento sentimos impotencia?
Esencialmente,
 nos sentimos impotentes frente a situaciones sobre las que no podemos 
ejercer autoridad alguna. Son momentos que escapan de nuestro control y 
eso es lo que hace que el ambiente deje una sensación de incapacidad e impotencia lo que posteriormente puede conducir a la depresión y/o frustración.
Como terapeuta
 veo que este sentimiento de impotencia suele ser frecuente en el ámbito
 clínico, pero hay algo que me llena de tantas preguntas y es que cuando
 una persona ve como “normal” el hecho de sentirse impotente, siempre se verá así en todo lo que haga. (Universidad, trabajo, familia, deportes, etc.) 
Cuando una persona se siente impotente resulta una serie de conductas (frustración, tristeza, desaliento) que afectan la relación intrínseca, social y laboral. En realidad vivir con un sentimiento de impotencia NO es algo “normal”
 al contrario, el sentimiento de impotencia indica que algo está 
afectando nuestra vida y necesita atención. El verdadero problema no es 
tanto sentir el sentimiento de impotencia, más bien, es NO tratar esta 
situación que genera impotencia.
Una impotencia genera frustración
La impotencia puede afectar a cualquier persona ya sea estudiante, vendedor, empresario, organización, etc. Por ejemplo:
 Cuando alguien abre un nuevo negocio o lanza un producto para venderlo 
al mercado, desea que todo el mundo consuma su producto. Sin embargo, 
para dar a conocer un producto se necesita de mucho tiempo, dinero y 
esfuerzo. Sin embargo, cuando los resultados no son los esperados puede 
provocar frustración.
En ocasiones, 
he tenido la oportunidad de hablar con empresarios emprendedores que 
luego de tener una empresa consolidada quedan en quiebra.
Sam (empresario)
“Lo tenía todo, solo debía invertir en un nuevo producto que la empresa promovía pero por alguna razón el producto no se vendió y por más que intente promover el producto, las ventas no se dieron. El nuevo producto hizo que la empresa invirtiera todo el capital que tenía, luego quedamos en quiebra por el fracaso del mismo”
Luego
 de la quiebra de la empresa, su esposa se divorció de él, sus hijos se 
alejaron, lo había perdido todo. Luego este suceso le generó frustración
 llevándolo al alcohol.
Esta experiencia,
 me hizo ver que existen muchas circunstancias en la vida de las que no 
lograremos tener el control y que nos harán sentir impotentes y 
seguramente si luchamos solos por nuestros propios medios, terminaremos 
frustrándonos. Por lo mismo, se necesita de humildad para 
asumir que somos incapaces o impotentes ante una situación que no esté a
 nuestro alcance y buscar ayuda profesional para salir de esta situación
 problemática.
Si crees que estás 
viviendo alguna situación que te genere impotencia, no trates de 
resolverlo por tus propios medios, busca ayuda profesional.
 
 
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