Madrid
El presidente de Polonia, Andrzej Duda, ha cedido a la presión social
y a las críticas internacionales y ha anunciado que vetará la controvertida reforma judicial propuesta por el Gobierno
de Beata Szydlo, que politizaba el Tribunal Supremo y el órgano de
control de los jueces. Decenas de miles de polacos habían salido a la
calle durante los últimos días para exigir a Duda que bloquease las
polémicas normas, duramente criticadas por la oposición y por Bruselas,
que había amenazado a Polonia con retirarle sus derechos de voto en la
UE si el Ejecutivo ultraconservador de Ley y Justicia (PiS) seguía
adelante con sus planes para socavar la democracia. La decisión ha
tomado por sorpresa al Gobierno. Es la primera vez que Duda, que fue
parlamentario del PiS antes de ocupar el sillón presidencial en 2015,
rompe abiertamente con las pautas marcadas por el líder del partido y,
para la mayoría, verdadero dirigente del Ejecutivo en la sombra, el ex primer ministro Jaroslaw Kaczynski.
"He
decidido que enviaré [la reforma] de vuelta a la Sejm [la Cámara Baja
del Parlamento], lo que significa que vetaré la ley sobre el Tribunal
Supremo, así como la relativa al Consejo Nacional del Sistema Judicial",
ha anunciado Duda en una
comparecencia emitida por televisión. "Esta ley no fortalece el sentido
de justicia en la sociedad polaca", ha dicho. "Las reformas de la
Justicia son necesarias, pero sin que generen el enfrentamiento de la
sociedad y sin que supongan la división del país", ha recalcado el
presidente, que ha pedido al Gobierno de Szydlo que modifique las normas
para que obtengan el consenso de la mayoría de los polacos.
La inesperada decisión de Duda, que había dado muestras de que apoyaría al menos gran parte de la reforma, corta el paso a las controvertidas normas, aprobadas el miércoles y el sábado, y a la que solo les quedaba la ratificación presidencial. Las reformas del Ejecutivo nacionalista y euroescéptico del PiS estipulaban que el Parlamento, donde Ley y Justicia tiene mayoría, elegiría a la mayoría de miembros del Consejo Nacional del Poder Judicial (KRS, por sus siglas en polaco), el órgano de gobierno de los jueces. También suponía el desalojo de los actuales jueces del Supremo y la designación de nuevos miembros para este tribunal clave en Polonia, que entre otras cosas supervisa el trabajo de los tribunales inferiores, confirma la validez de las elecciones legislativas y presidenciales y emite dictámenes sobre proyectos legislativos.
El presidente no ha devuelto al Parlamento, sin embargo, la tercera de las normas que conforman la reforma judicial y que permiten al Ejecutivo nombrar a los magistrados de los tribunales regionales y los de apelación. Las leyes vetadas, no obstante, no tienen el camino completamente cortado, el Parlamento podría volverlas a estudiar y votar, desoyendo el pronunciamiento del presidente si dos tercios de los diputados las respaldan, algo que además de extremadamente controvertido es difícil qu el PiS, pese a que cuenta con un amplia mayoría, logre.
El principal partido de la oposición, Nowoczesna, ha celebrado la decisión y el "coraje" de Duda para contradecir al que, hasta ahora, era su aliado. "Esto es un paso en la dirección correcta y también la prueba de que la movilización social funciona", dice la diputada Kamila Pihowicz-Gasiuk que, sin embargo, cree que el PiS no claudicará de su intención de controlar la justicia. También el expresidente Lech Walesa, héroe de la lucha contra el comunismo, ha mostrado su apoyo a Duda. "Ahora es cuando comienza a sentirse como un presidente", ha dicho Walesa, uno de los blancos más claros de los ataques del PiS y que, junto a los otros dos expresidentes polacos de la democracia, había alzado la voz contra la reforma. El antiguo líder del sindicato Solidaridad ha instado a los ciudadanos a seguir su movilización para impedir que la tercera de las leyes controvertidas vea la luz. De hecho, varios miles de personas han vuelto a manifestarse en Varsovia para exigir la retirada total de la reforma.
Desde que emprendió su deriva autoritaria, las relaciones entre Polonia —séptima economía de la UE y, con 39 millones de habitantes el mayor de los países del Este— y Bruselas han sido muy tensas. Pero ha sido sin duda ninguna la reforma del sistema judicial lo que ha terminado por abrir el conflicto más serio con el que en otro tiempo fue socio modélico. También dentro de sus fronteras, Polonia vive la mayor crisis política desde la caída del comunismo, en 1989, con una sociedad cada vez más polarizada y manifestaciones continuas contra un Gobierno que, con una oposición desunida, sigue siendo el partido con más apoyos: un 39%, según las últimas encuestas. El PiS, con medidas muy populistas sigue nutriéndose del apoyo de la Polonia rural y de una parte de la población seducida por su discurso contra "las élites"; argumento que subyace también en su intención de la reforma de la justicia. El PiS considera que los jueces son una "casta" y una "élite" que muchas veces está por encima de la ley.
Al explicar su veto, Duda contó que había consultado a numerosos juristas y sociólogos, pero que fue el argumento de la veterana activista contra el comunismo Zofia Romaszewska, de 76 años, lo que terminó por convencerle. “Ella me dijo: ‘Señor presidente, he vivido en un Estado en el que el ministro de Justicia podía hacer virtualmente cualquier cosa y no quiero volver a aquello”, ha contado Duda. Las referencias y las vinculaciones de la reforma del PiS con cualquier derivada de la dictadura comunista, de la que los ultraconservadores pretenden huir como de la peste, y las críticas a su reforma del departamento de Estado de Estados Unidos, un país aliado y, desde que Donald Trump ganó las elecciones, un espejo en el que el Gobierno quiere mirarse, sin duda han dolido a Kaczynski.
La ambigua marcha atrás polaca descoloca a Bruselas. Por un lado, es difícil sostener un procedimiento de infracción sobre normas que no han sido sancionadas (aunque dos de ellas, las menos flagrantes pero también controvertidas, sí lo han sido). Por otro lado, la Comisión duda de que Polonia tenga verdadera intención de revertir sus reformas y teme llegar demasiado tarde si retrasa su actuación. Como pista, un portavoz del Ejecutivo comunitario ha recordado este lunes: “El vicepresidente Frans Timmermans lanzó una oferta de diálogo a las autoridades polacas que no ha sido aceptada por el momento”. También el presidente del Consejo Europeo, el ex primer ministro polaco Donald Tusk, pidió al jefe de Estado polaco, Andrzej Duda, una reunión urgente para discutir la crisis en Polonia, con el mismo éxito que Timmermans.
La inesperada decisión de Duda, que había dado muestras de que apoyaría al menos gran parte de la reforma, corta el paso a las controvertidas normas, aprobadas el miércoles y el sábado, y a la que solo les quedaba la ratificación presidencial. Las reformas del Ejecutivo nacionalista y euroescéptico del PiS estipulaban que el Parlamento, donde Ley y Justicia tiene mayoría, elegiría a la mayoría de miembros del Consejo Nacional del Poder Judicial (KRS, por sus siglas en polaco), el órgano de gobierno de los jueces. También suponía el desalojo de los actuales jueces del Supremo y la designación de nuevos miembros para este tribunal clave en Polonia, que entre otras cosas supervisa el trabajo de los tribunales inferiores, confirma la validez de las elecciones legislativas y presidenciales y emite dictámenes sobre proyectos legislativos.
El presidente no ha devuelto al Parlamento, sin embargo, la tercera de las normas que conforman la reforma judicial y que permiten al Ejecutivo nombrar a los magistrados de los tribunales regionales y los de apelación. Las leyes vetadas, no obstante, no tienen el camino completamente cortado, el Parlamento podría volverlas a estudiar y votar, desoyendo el pronunciamiento del presidente si dos tercios de los diputados las respaldan, algo que además de extremadamente controvertido es difícil qu el PiS, pese a que cuenta con un amplia mayoría, logre.
El principal partido de la oposición, Nowoczesna, ha celebrado la decisión y el "coraje" de Duda para contradecir al que, hasta ahora, era su aliado. "Esto es un paso en la dirección correcta y también la prueba de que la movilización social funciona", dice la diputada Kamila Pihowicz-Gasiuk que, sin embargo, cree que el PiS no claudicará de su intención de controlar la justicia. También el expresidente Lech Walesa, héroe de la lucha contra el comunismo, ha mostrado su apoyo a Duda. "Ahora es cuando comienza a sentirse como un presidente", ha dicho Walesa, uno de los blancos más claros de los ataques del PiS y que, junto a los otros dos expresidentes polacos de la democracia, había alzado la voz contra la reforma. El antiguo líder del sindicato Solidaridad ha instado a los ciudadanos a seguir su movilización para impedir que la tercera de las leyes controvertidas vea la luz. De hecho, varios miles de personas han vuelto a manifestarse en Varsovia para exigir la retirada total de la reforma.
Crisis en el partido de Gobierno
Esta es la segunda vez que la presión social consigue su objetivo en menos de un año convulso en Polonia, hace unos meses un enorme movimiento de mujeres logró paralizar la intención del Gobierno de hacer reformar la ley del aborto para hacerla todavía más restrictiva. Una amplia victoria social que todavía da coletazos. Ahora, el movimiento de Duda ha abierto una grave crisis en el partido del Gobierno, que ha decidido convocar una reunión de urgencia. Hasta ahora, el presidente, que tomó posesión en agosto de 2015, meses antes de que el PiS se hiciese con mayoría absoluta en las elecciones generales, había respaldado otras controvertidas reformas con las que el Ejecutivo ultraconservador ha acaparado cada vez más poder, como la del Tribunal Constitucional, o la que permite el control de los medios de comunicación públicos. Un sistema de derribo del Estado de derecho que avanzaba un paso más con la reforma del sistema judicial y que desdibujaba gran parte de las normas modernizadoras avanzadas durante años en el país excomunista.Desde que emprendió su deriva autoritaria, las relaciones entre Polonia —séptima economía de la UE y, con 39 millones de habitantes el mayor de los países del Este— y Bruselas han sido muy tensas. Pero ha sido sin duda ninguna la reforma del sistema judicial lo que ha terminado por abrir el conflicto más serio con el que en otro tiempo fue socio modélico. También dentro de sus fronteras, Polonia vive la mayor crisis política desde la caída del comunismo, en 1989, con una sociedad cada vez más polarizada y manifestaciones continuas contra un Gobierno que, con una oposición desunida, sigue siendo el partido con más apoyos: un 39%, según las últimas encuestas. El PiS, con medidas muy populistas sigue nutriéndose del apoyo de la Polonia rural y de una parte de la población seducida por su discurso contra "las élites"; argumento que subyace también en su intención de la reforma de la justicia. El PiS considera que los jueces son una "casta" y una "élite" que muchas veces está por encima de la ley.
Al explicar su veto, Duda contó que había consultado a numerosos juristas y sociólogos, pero que fue el argumento de la veterana activista contra el comunismo Zofia Romaszewska, de 76 años, lo que terminó por convencerle. “Ella me dijo: ‘Señor presidente, he vivido en un Estado en el que el ministro de Justicia podía hacer virtualmente cualquier cosa y no quiero volver a aquello”, ha contado Duda. Las referencias y las vinculaciones de la reforma del PiS con cualquier derivada de la dictadura comunista, de la que los ultraconservadores pretenden huir como de la peste, y las críticas a su reforma del departamento de Estado de Estados Unidos, un país aliado y, desde que Donald Trump ganó las elecciones, un espejo en el que el Gobierno quiere mirarse, sin duda han dolido a Kaczynski.
Bruselas revisa su estrategia
LUCÍA ABELLÁN
La Comisión Europea discutirá este miércoles qué hacer ante los
nuevos acontecimientos. El Ejecutivo comunitario estaba resuelto a abrir
un procedimiento de infracción, como anunció la semana pasada, por
violación de los estándares europeos en el ámbito de la justicia.
También pretendía dar un ultimátum para apretar en pocas semanas el
llamado botón nuclear de la UE: invocar el artículo siete del tratado,
que en última instancia permite despojar a un país de sus derechos de
voto por conculcar los valores europeos. El colegio de comisarios debía
ratificar esas dos medidas en su última reunión antes de las vacaciones.La ambigua marcha atrás polaca descoloca a Bruselas. Por un lado, es difícil sostener un procedimiento de infracción sobre normas que no han sido sancionadas (aunque dos de ellas, las menos flagrantes pero también controvertidas, sí lo han sido). Por otro lado, la Comisión duda de que Polonia tenga verdadera intención de revertir sus reformas y teme llegar demasiado tarde si retrasa su actuación. Como pista, un portavoz del Ejecutivo comunitario ha recordado este lunes: “El vicepresidente Frans Timmermans lanzó una oferta de diálogo a las autoridades polacas que no ha sido aceptada por el momento”. También el presidente del Consejo Europeo, el ex primer ministro polaco Donald Tusk, pidió al jefe de Estado polaco, Andrzej Duda, una reunión urgente para discutir la crisis en Polonia, con el mismo éxito que Timmermans.
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