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Cisneros: 500 años del hombre que plantó cara a la corrupción
¿Se
imaginan que en España hubiese un jefe del Estado tan austero que
durmiese en un jergón de paja y tan combativo contra la corrupción que
donase su sueldo al Estado?
¿Se
imaginan que en España hubiese un jefe del Estado tan austero que
durmiese en un jergón de paja y tan combativo contra la corrupción que
donase su sueldo al Estado?
Vie, 26 Mayo 2017
De Francisco Ximenez de Cisneros se ha dicho mucho y no siempre bueno, aunque también se le ha elogiado por ser “el político más progresista que tuvo Europa” y ojo, que la afirmación viene de Pierre Vilar un historiador cuyo marxismo es de sobra conocido.
Cisneros llegó a la política con 59 años y puso a disposición del Estado las rentas de su Arzobispado en Toledo, pero sobre todo fue famoso por luchar contra la corrupción.
Cuando fray Bartolomé de las Casas le informó sobre el cohecho cometido por el obispo Rodríguez de Fonseca y el secretario Lope de Conchillos los destituyó sin miramientos. Aunque luego estos fueron llorando a Europa y recuperaron a sus cargos en el Gobierno de Carlos I, algo que nos advierte de la tendencia reincidente de los corruptos.
Aunque quizá solo sea una leyenda Víctor Manzano y Mejorada pintó la famosa escena en la que Cisneros habría dicho la famosa frase de “Estos son mis poderes” También tuvo que lidiar Cisneros con una crisis profunda en España ya que a la muerte de Isabel la Católica los castellanos aborrecieron a Fernando el Católico y la heredera al trono (Juana la Loca) además de no estar en sus cabales estaba casada con Felipe el Hermoso, heredero de una potencia extranjera interesada destruir la industria textil castellana en favor de la borgoñona. La situación, aunque compleja, fue bandeada con éxito por Cisneros ya que, tras la oportuna muerte de Felipe el Hermoso, acató a Fernando como representante legal de Juana y la proclamación de él mismo como regente de Castilla.
Mientras tanto, algunos nobles de Castilla intentaron sacar tajada de la debilidad momentánea del Estado, pero no contaron con que Cisneros tenía más espíritu de rey que de fraile, provocándose así una famosa anécdota en la que los nobles cuestionaron su autoridad, topándose con el emplazamiento del Cardenal al día siguiente donde obtendrían la respuesta. La réplica consistió en un ejército de 2.000 hombres ante los que Cisneros reveló: “Estos son mis poderes”.
El viejo cardenal conocía perfectamente el carácter de los nobles y sabía que aprovecharían cualquier ocasión para desmenuzar el Estado en su propio beneficio, para evitarlo creó la “gente de ordenanza”, una especie de milicias ciudadanas consistente en 30.000 soldados que repartidos en guarniciones defenderían el Estado a toda costa en pos del “bien común”.
Un concepto que Cisneros defendió a capa y espada, por encima incluso de la monarquía, ya que a ese bien común (lo que hoy llamaríamos estado) servían todos los habitantes del reino, su majestad el primero y por encima de sus intereses personales pues de no hacerlo sería considerado tirano y por último los súbditos que de no hacerlo serían una lacra para el reino siendo así la corrupción la mayor vergüenza que podría sentir un español dejándolo bien claro en aquellos documentos del siglo XVI:
“muchos habían venido a la casa real con muy poca hacienda y que, puestos en oficios, desde cuatro o cinco años, labraban grandes casas, compraban haciendas y hacían mayorazgos (…) de manera que (…) o lo robaban al rey o al reino, y que era gran cargo de conciencia del príncipe consentirlo”
Una de las ucronías más fascinantes para Europa sería el encuentro entre Carlos I y Cisneros. ¿Cambiaría el rumbo de la historia? Como no pasó… no lo sabemos.
Miguel
Zorita es cronista y licenciado en Bellas Artes y autor entre otras
obras de Cervantes Madrid y el Quijote (Ed. La Librería).
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