Desde que Bertín Osborne se fue a Telecinco, TVE se lamía
las heridas por haber perdido la estrella que ella misma alumbró. La 1
buscó y buscó, pero tardó en encontrar un reemplazo que estuviese a su
altura. La espera ha terminado. La cantante Lolita se convirtió el lunes
en su relevo con un programa que tiene título de telecomedia, pero que
vuela solo más allá de la sombra de su predecesor. Bregada en el formato
de entrevistas tras conducir junto a su madre espacios como
Ay, Lola, Lolita, Lola y
Sabor a Lolas,
Lolita rezuma naturalidad y reparte juego como anfitriona en una casa
de vacaciones donde recibe de tres en tres a invitados de un mismo
gremio. Con ellos cena en torno a una mesa en la que se come más bien
poco y se charla mucho, en un tono cercano que hace que el espectador
crea estar compartiendo mantel.
Las invitadas al estreno fueron las actrices Lola
Herrera, Cayetana Guillén y Adriana Ugarte, con quienes la espontánea
Lolita, que tan pronto confiesa verse a sí misma «actriz intrusa» como
pide más trabajo para su hija, comenta relajadamente los avatares de la
profesión, el desamor, la familia y el dilema de la fama basada en el
trabajo o en la belleza y el éxito en redes sociales.
Pocos acabarán por referirse al programa por su nombre,
Lolita tiene un plan, como tampoco reparan mucho en
Mi casa es la tuya. Lo de Bertín es
Lo de Bertín. Y lo de Lolita será
Lo de Lolita. Cada uno, en su casa.
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